Es penosa, sin descansos, como jornada larga, sin mesones; hácela dichosa la variedad erudita.
Gástase la primera estancia del bello vivir en hablar con los muertos; nacemos para saber y sabernos, y los libros con fidelidad nos hacen personas.
La segunda jornada se emplea con los vivos: ver y registrar todo lo bueno del mundo.
La tercera jornada sea toda para sí: última felicidad del filosofar.
Baltasar Gracián, Oráculo manual y arte de prudencia.